¿POR QUÉ VOTAR POR TOMÁS HIRSCH?
Por Wilfredo Santoro Cerda
Cuando me preguntaron ¿por qué votar por Hirsch? recién descubrí que la pregunta es más compleja de lo que parece. Así que como instrumento analítico habitual partí por el lado inverso: ¿Por qué una buena proporción de chilenos no está dispuesto a votar por Hirsch? Encontré dos respuestas: a.- hay otros tres candidatos eventualmente más visibles que Hirsch y b.- las personas no quieren “perder” su voto.
El examen menos exigente permite establecer que los argumentos más poderosos para no votar por Hirsch son terriblemente superficiales. Digo esto porque los dos motivos señalados anteriormente no son nada más que mitos. El primer mito se refiere a los cuatro candidatos. No existen cuatro candidatos. Nosotros los chilenos estamos eligiendo entre dos grandes corrientes político-económicas: el neoliberalismo o una economía mixta. No entre cuatro. El neoliberalismo tiene tres candidatos: Bachelet, Lavín y Piñera. Cualquiera de los tres que gane –salvo matices- aplicará el mismo programa de Gobierno. Bachelet no ha dicho que cambiará el modelo económico. No lo puede decir y tampoco puede hacerlo. Menos Piñera, que gracias a ese modelo se convirtió en uno de los hombres más ricos de Chile o Lavín, que formó parte del equipo económico que consolidó ese modelo.
El neoliberalismo tiene su origen en Estados Unidos y fue introducido en Chile por las armas. La Concertación llegó al poder con un discurso que se sintetizó con “la alegría ya viene”, pero en la práctica, se convirtió en un mero administrador del sistema neoliberal. Peor aún, se mostraron tan proclives a Estados Unidos y al capitalismo en general que no es poco usual ver al Presidente “socialista” entreverado con la realeza europea o garantizando en inglés a las trasnacionales la lealtad de nuestro país a la inversión extranjera.
El problema del neoliberalismo es que concentra la riqueza. Los parámetros económicos son más importantes que los valores humanos. En otras palabras, no importa que los hospitales públicos estén en la miseria o que la educación pública sea de pésima calidad. Importa solamente que exista superávit público. No importa que se tenga una alta tasa de cesantía, importa que Chile tenga mano de obra barata para atraer la inversión extranjera. No importa que los jefes de la mayoría de los hogares no tengan contratos indefinidos, importa que las grandes empresas tengan la mayor cantidad de utilidad posible. Los malls se comen a los negocios de la esquina y los contratistas afloran por todos lados.
Eso nos ha convertido en un país terriblemente atípico. Existen dos Chile. Uno que está compuesto por el 20 por ciento de los chilenos, pero que usa el 80 por ciento de los recursos y otro –el mío- que está compuesto por el 80 de los chilenos, pero que vive con el 20 por ciento de los recursos. En el primer Chile están los dueños y ejecutivos de las grandes empresas, que tienen Isapres, educación privada y justicia y en el otro... los demás... yo.... seguramente tú.
Los habitantes de ese segundo país somos importantes sólo una vez: cuando votamos. Después no importamos. Hasta varios años después. ¿Cómo el neoliberalismo puede ganar las elecciones, en circunstancias que beneficia sólo al 20 por ciento del país? Porque son los reyes del marketing. Los magos de la mediática. Inventan mitos como los dos que señalé: vote por grandes personalidades.... no pierda su voto. Ellos quieren que haya sólo dos corrientes que se alternen en el poder: la concertación y la derecha. Como las dos corrientes son neoliberales, no quieren cambios. Ellos están bien, no tienen problemas. Y cuando surge la posibilidad de una alternativa real, la hacen “chilpe” por lo medios de comunicación. Tildan de desconocidos a sus candidatos e inventan encuestas en que les asignan 2 por ciento. ¿Se puede concebir un Chile en el cual el 98 por ciento de los votantes sean pro neoliberales?
Tomás Hirsch y los candidatos del Juntos Podemos Más representan una alternativa real, seria y potente de humanizar este país. Chile está entre los 10 países con peor distribución de ingresos del mundo. Eso no puede ser. Necesitamos un esquema social que considere a la mayoría de este país y no a la minoría, como sucede ahora. Ante eso, la única opción para ese 80 por ciento del país es modificar el modelo económico. Para hacerlo no sirve votar por el más conocido, el más simpático o la más segura. Se debe votar por las ideas, no por las personas: no se puede seguir votando por los neoliberales, porque los más humildes somos los más perjudicados y si eso significa que votemos por alguién que al final podría no ganar... no importa. Eso jamás será un voto perdido. Vota por Hirsch, vota por el Juntos Podemos.
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TOMÁS HIRSCH NO ES UN VOTO PERDIDO,
ES UN VOTO INTELIGENTE
Por María Ramírez
Soy votante por primera vez. Debo admitir que mi intención de inscribirme fue para votar por Michelle Bachellet. Obviamente estaba muy equivocada.
Hoy tengo claro que ella representa a un sector político que no ha querido cambiar ni cambiará este sistema injusto. Bachelet no me representa y creo que tampoco representa a la mayoría de ustedes.
Lagos ha seguido privatizando y vendiendo empresas del estado. Lo que encuentra lo vende (privatiza): primero el agua, después las carreteras… A ese paso no voy a poder andar por ahí tranquila sin pagar. Menos votaría por Lavín y Piñera…
Piñera “vende la pomada” y es accionista de AFPs. Las empresas –que ya están felices con Lagos- se verían privilegiadas. Privatizarían el doble, como el mismo candidato lo confesó. Me cobrarían hasta por respirar, y eso no le conviene a nadie. Bueno, sólo a los empresarios amigos del candidato.
Y para qué hablar de Lavín. Un “Opus Dei” peligroso, ultra conservador y extremista. Definitivamente no quiero eso para mi país, menos para mi ciudad, porque otra vez sería olvidada…
De repente, escuchando las noticias, irrumpió con voz decidida un candidato nuevo. Tomás Hirsch…
Leí su programa de gobierno y me sorprendió.
Algunos dirán “ese es voto perdido”. Y yo les digo: ese es un voto inteligente. Uno vota por las ideas, por un proyecto de sociedad, de país, no por el que va mejor en las encuestas.
Mi voto es para Hirsch y para los candidatos parlamentarios del Juntos Podemos Más. Necesitamos a alguien que se mueva, que esté con la gente, no a un candidato que visite autoridades y gente del jet set, ahí no están los problemas.
No necesito a la Concertación a la orden de la derecha. Necesitamos un cambio profundo, algo nuevo.
El programa de Hirsch me cautivó. No se trata de eliminar las empresas, se trata de que paguen impuestos. ¿Por qué no pagan ellos si todos los chilenos pagamos?
Otra cosa: ¿Por qué los bomberos pagan impuestos, si son voluntarios? ¿Acaso es justo?
El actual sistema esta haciendo que la gente se vaya empobreciendo cada vez más, que las personas se endeuden y tengan que pagar más. Y a la derecha le conviene. Y de paso, van a misa a golpearse el pecho. ¿No es eso ser cínico? Y la Concertación le sigue el juego.
Lo que propone Hirsch es de sentido común: más trabajo y de calidad. ¿Les gustaría trabajar en buenas condiciones, dignamente? Queremos proteger efectivamente el medio ambiente con una contraloría ambiental. Queremos recuperar el cobre que es nuestro. Y queremos que todos tengan derecho a salud y educación gratis y de calidad. Los sueños son posibles de concretar.
Si no estás de acuerdo con todo esto, vota por los de siempre; pero después no te lamentes…
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¿POR QUÉ YO?
Por Juan Vásquez
Mi nombre es Juan Vásquez Palma, tres hijos, muchos años de experiencia. Viví en el “Chile de antes”, en el “Chile de durante” y en el “Chile de después”, tomando como punto de referencia el día 11 de septiembre de 1973.
Conocí de las grandes esperanzas que depositaba el Pueblo… nuestro Pueblo, en ese proceso que encabezaba un Presidente que hoy recordamos como un hombre íntegro, consecuente y honesto… y que pagó con su vida el precio por no traicionar a quienes lo seguían y respaldaban.
También conocí y sufrí en carne propia un sistema impuesto por las armas, por quienes vieron amenazados sus privilegios y granjerías, por este proceso que pretendía construir un mundo en el cual cada familia tuviera un techo donde cobijarse, un colegio donde educarse y salud y alimento para sus hijos. Viví la dura represión y tuve que aprender a sobrevivir al margen del sistema, pero también vi caer a muchos que hoy no están para contarlo.
Durante la dictadura, participé activamente en las luchas de nuestro Pueblo para acabar con ella y conquistar la ansiada democracia.
Hoy, después de 15 años de “democracia”, vemos que el modelo de sociedad que construyó la derecha durante los años de dictadura, ha sido pulido y mejorado por los sucesivos gobiernos de la concertación. Hoy, el planeta entero reconoce a nuestro país como un ejemplo de sistema capitalista neoliberal, con tasas de crecimiento superiores a la media de nuestro continente… pero lo que no se muestra a todo el mundo es que todo ese bienestar que fluye hacia nuestro país va a parar a los bolsillos de no más de un diez por ciento de la población, mientras el resto sobrevive del “chorreo” que, supuestamente, produce el sistema de libre mercado.
Tenemos un sistema electoral que curiosamente deja fuera del sistema a quienes “no comparten sus bondades” y pretenden cambiarlo por otro más justo, solidario y equitativo. Tenemos un código laboral que no protege a los trabajadores sino que más bien está del lado de los empresarios y finalmente tenemos una constitución “fabricada” durante el período de dictadura y que aún sigue en plena vigencia (sólo con algunos retoques).
Es por todo lo anterior y mucho más… Que hoy formo parte de un sector que pretende construir una real alternativa al modelo de sociedad construido durante la dictadura y mejorado durante los gobiernos de la concertación. Queremos construir un Chile para todos los chilenos, no sólo para el diez por ciento más poderoso. Queremos trabajo digno, salud, vivienda y educación para todos… y eso es posible, basta con utilizar los recursos con que el país cuenta: Minería, Agricultura, Pesca. Basta con recuperar las empresas que eran de todos los chilenos y que fueron literalmente robadas por quienes ostentaban el poder en ese momento… Pero sobre todo… basta con que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad que le corresponde y aporte con su grano de arena para construir la sociedad con que soñaba Salvador Allende y todo ese Pueblo que lo acompañaba… Salvador Allende ya no existe, muchos de quienes lo acompañaron tampoco… cayeron bajo el odio asesino y las balas de los esbirros de los poderosos… pero estamos nosotros, que más temprano que tarde caminaremos por las grandes alamedas…
Por eso, yo creo que Juntos Podemos Más…
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