HA RECORRIDO ANTOFAGASTA Y TOCOPILLA REPARTIENDO CURRÍCULUMS. HOY VIVE CON UNA PENSIÓN DE 40 MIL PESOS Y ESTÁ DESESPERADO.

Por Fernando San Román B.

Manfred Varas Soria tiene 32 años y sufre de miopía severa. Desde el 2004 está sin trabajo estable y sólo laboró menos de dos meses en el sur del país haciendo un reemplazo. Finalmente tuvo que volver a Tocopilla.
Manfred se siente discriminado por las empresas y asegura que le cierran las puertas debido a su enfermedad.
Hoy se encuentra desesperado y se enfrenta al diario vivir con una pensión asistencial de sólo 40 mil pesos que recién obtuvo a fines de 2005 y que no le alcanza para nada. En estos momentos vive junto a su pareja y sólo gracias a los ingresos de ella puede sobrevivir en familia.
“La última vez que trabajé en Tocopilla fue en los proyectos de empleo de la municipalidad pero sólo por un mes”, recuerda.
“He recorrido todos los servicios públicos, desde el municipio hasta la gobernación cuando estaba Jorge Peralta y no pasa nada. El ex gobernador me decía que estaba viendo, que tenía que esperar y nunca se concretó absolutamente nada”, agrega.
Fue Jorge Peralta quien le ofreció la posibilidad de gestionar un tratamiento para su problema ocular, promesa que no tuvo frutos.
“Lo que yo necesito es un transplante de córneas que es caro y muy difícil de conseguir. Pero igual puedo trabajar y este problema no es un impedimento para desempeñarme en alguna labor”, explica el joven.
“En algunas ocasiones he usado lentes y no me han servido”, indica.
“Yo me las ingenio, me las sé sacar y me la puedo”, agrega.
Manfred recuerda los trabajos que ha tenido en Tocopilla, desde su paso por las Radios Continente y Makarena, hasta su labor en la antigua disco “La Cabaña”.
Su desesperación por encontrar trabajo lo ha llevado a recorrer todo Antofagasta repartiendo currículums.
“Iba a todas partes, tiré papeles por todos lados. Compraba El Mercurio. Y nunca me llamaban de vuelta”, cuenta.
“Una vez recorrí toda la Avenida Grecia de Antofagasta y termine quemado entero con el sol y llegué a Tocopilla sin haber encontrado trabajo”, relata.
Lo mismo le ocurre en Tocopilla:
“Acá en la ciudad he recibido puras excusas. Que vuelva después, que me van a llamar. Puros calmantes. A veces me han dicho que no tienen vacantes, pero después yo escucho en la radio que están necesitando personas”, señala.
Manfred dice que llega a estar “traumado” y que siente hasta temor de buscar trabajo.
“Estoy choreado porque siento que me discriminan por mi problema a la vista. Me siento humillado, rechazado. He sentido vergüenza”, expresa.
Pero aclara que “no pido un trato especial, simplemente que tengan la disposición de recibirme y que me den la oportunidad. No estoy pidiendo caridad”.
“Conozco otros profesionales que tienen problemas a la vista o que son minusválidos y que igual pueden hacer su trabajo”, agrega.
Lamentablemente, Manfred no puede postular a los proyectos de absorción de mano de obra, ya que en ese caso tendría que renunciar a su pensión asistencial.
“En este momento mi pensión sólo alcanza para pagar la luz y el agua en mi casa. Todos los gastos los cubre mi pareja”, relata.
Manfred dice estar desesperado. Se describe como una persona “tranquila” y que nunca se ha metido en problemas.
“Y aún así no encuentro trabajo”, dice angustiado.
“Cuando estudiaba en el liceo me tenía que esforzar el doble. Aunque me sentara en primera fila no veía prácticamente nada de la pizarra. Me tenía que conseguir los cuadernos y por lo mismo, a veces me iba mal en las pruebas. Afortunadamente tuve algunos buenos compañeros que me ayudaban”, recuerda.
“Cuando se instaló Dijon salió en los diarios que iban a dar trabajo y estaban pidiendo currículum. Me cansé de dejar mis papeles. Gasté plata en fotocopias y certificados y no pasó nada. Pero mi mamá me dice que tengo que seguir luchando e intentando conseguir trabajo”, concluye.