PERIODISTAS QUE LUCHAN POR EL PLURALISMO SON ACOSADOS POR LOS DUEÑOS DEL PODER, CON LA COMPLICIDAD DE LAGOS WEBER Y EL GOBIERNO DE BACHELET

Por Raúl Gutiérrez V., editor del GRANVALPARAISO.CL (09/10/06)

IMPACTO MUNDIAL HA provocado el asesinato de Anna Politkovskaya, una periodista rusa severamente crítica de la dictadura con rostro legal que encabeza desde largo tiempo el siniestro Vladimir Putin, ex agente de los servicios de seguridad soviéticos. Con ella son 12 los periodistas que han muerto asesinados en extrañas circunstancias en los últimos años en Rusia: todas las víctimas tienen en común el hecho de haber sido críticas del régimen que sucedió a la gerontocracia comunista. Es que en Rusia, con el apoyo evidente de EEUU, impera un gobierno apestoso, asociado a la más galopante de las corrupciones, a una distribución del ingreso cada vez peor y a una brutal represión de toda disidencia y de los nacionalismos, en nombre, por cierto, de la sagrada lucha contra el terrorismo.

En Chile no nos matan, pero nos ahogan. Un inmenso y abusivo porcentaje de la publicidad estatal, no sólo del Gobierno, también del Congreso y del Poder Judicial, va a parar, sin ningún fundamento ni ético ni pragmático, a los diarios de las grandes cadenas que controlan lo que los chilenos debemos pensar y discutir. Los medios alternativos no tienen acceso ni siquiera a migajas de este reparto abusivo que obedece a un contubernio entre el Gobierno y los poderes fácticos que controlan la prensa nacional. Es otra muestra de la alianza encubierta entre la Concertación y la Derecha, que les asegura un cómodo y ventajoso concubinato.
El análisis de los diarios nacionales un domingo cualquiera permite comprobar cómo la gran prensa recibe un porcentaje muy superior al que le correspondería por circulación y tiraje por parte de los más diversos servicios, organismos públicos y ministerios.
Principal responsable de este atentado contra la democracia es el Ministro Secretario General de Gobierno, Ricardo Lagos Weber, quien ni siquiera se ha dignado a recibirnos en audiencia para encarar en serio este problema. Su indiferencia constituye un crimen contra la libertad de expresión, no la de los poderes fácticos que operan en el país, sino la los ciudadanos, quienes tienen derecho a recibir información proveniente de múltiples fuentes y a interactuar con los emisores de la misma.
De esta manera se ahoga a la prensa y a los periodistas libres e independientes. Es lo que está ocurriendo ahora con GRANVALPARAISO.CL. Pese a haber satisfecho los exigentes estándares planteados por Chile Compra y haber logrado suscribir un Convenio Marco de Avisaje, que equivale una especie de TLC con el sector público, la publicidad proveniente de ministerios, servicios y reparticiones es cada día menor y nos tiene al borde del colapso. Mientras tanto, un lunes cualquiera, en El Mercurio de Valparaíso, páginas y páginas con avisos de remates ordenados por la Tesorería General de la República hinchan las arcas de la empresa de Agustín Edwards, sin que nunca haya sido posible esclarecer cuál es el mecanismo en virtud del cual se asignan estos recursos y se les niegan a medios alternativos como el nuestro.
Este es el escándalo que vivimos al cabo de cuatro gobiernos de la Concertación, cuyos personeros se llenan la boca con el pluralismo y con la necesidad de apoyar a la pequeña y mediana empresa, pero que en la práctica ahogan el pluralismo y liquidan a la pequeña empresa periodística que es portadora de tantos valores fundamentales para una democracia.
En Rusia los matan, en Chile nos ahogan (a los periodistas críticos del Gobierno). Hay una diferencia importante, ciertamente, pero en el fondo la intención es la misma: acallar las voces disidentes, aquellas que suenen incómodas para los ocupantes de palacio y sus chaperones.