Un nuevo drama vive el vecino tocopillano Armando Leppe, quien además de lidiar con una grave enfermedad provocada por su exposición a productos químicos en Electroandina, hoy debe soportar las fiestotas que organiza todas las semanas un grupo de trabajadores y jefazos de Mantos de La luna en una vivienda que arrendaron a un costado de su inmu eble.
Los dramas comenzaron cuando en la casa signada con el número 1238 de Sargento Aldea, arribó un selecto grupo de empleados de la faena de Mantos de la Luna, quienes se dejaron caer hace cerca de un año en compañía de su jefe, un superintendente de la empresa mencionada.
Desde esa fecha, los martes y jueves de cada semana arman tremendos carretes, con música a todo chancho, alcohol, mujeres y escándalos al por mayor. “Llevo un año soportando este show, pero el 29 de septiembre reventó todo esto. Y los enfrenté. Son personas sin criterio que no entienden que acá en la casa hay niñas que van a la escuela y otras personas que trabajan y tienen que madrugar”, señaló Armando Leppe.

“Acá al lado se juntan como 20 personas y se ponen a tomar, a cantar desafinados, con micrófono y amplificación y no dejan dormir a nadie. Y son personas que vienen de afuera”, agrega.
Leppe relata que estos carretes los hacen en el antejardín de la casa, por lo que la bulla es insoportable en toda su vivienda.
“Hemos llamado en numerosas ocasiones a carabineros y no siempre vienen. En una oportunidad les sacaron un parte, pero nada los detiene”, comenta Leppe.
El afectado cuenta que hasta la Policía de Investigaciones escucha los escándalos de este grupo de irrespetuosos, pero que “me dicen que no pueden hacer nada, porque se trata de faltas y ellos se encargan de ver los delitos graves y hechos consumados”.
“Desafortunadamente yo soy el único vecino afectado o el más perjudicado, ya que al lado de la casa que ellos arrendaron no vive nadie y en el patio tampoco hay casas habitadas”, explica.

PELÍCULAS PORNO Y JEFAZOS

En una oportunidad, una de las nietas de Armando Leppe sentía fuertes quejidos que provenían de la casa vecina. Preocupado, Leppe se asomó por la ventana del baño que da a la vivienda de los trabajadores y se llevó una tremenda sorpresa cuando contemplo cómo proyectaban en la pared una película pornográfica que tenían con el volumen al máximo.
“No tienen ningún respeto. No les importa que en mi casa hay niñas chicas”, reflexiona el afectado.
“Lo más terrible es que esta casa está a cargo de un jefe que se llama Enrique Castro, que es un superintendente. Yo lo increpé en una oportunidad y este señor, borracho, me dijo que fuera a reclamar donde quisiera y que iba a seguir con las fiestas”, afirma Armando.
“Acá llegan los grandotes, los gerentes, los jefes y carretean hasta la madrugada”, agrega.
“Desde que está este grupo acá este barrio se convirtió en un infierno”, afirma.

PELIGRO

A Leppe le preocupa el estado en que se dirigen a su trabajo estos personajes.
“Después de los carretes, se van a acostar y se levantan minutos después totalmente trasnochados. Y en ese estado se suben a las camionetas y se van. Ya han chocado un escaño. Salen curados a laborar”, denuncia.
“Lamentablemente en varias oportunidades en que he llamado a carabineros estos no concurren y ni siquiera me dan sus nombres cuando les pido que se identifiquen”, agrega.
“Este grupo está compuesto por puros descriteriados que no pueden vivir en sociedad. Se dicen profesionales, pero en realidad son profesionales del hueveo, del trago”, ironiza el vecino tocopillano.“Yo nunca había tenido este tipo de problemas en mi barrio. Yo no sé hasta donde va a llegar todo esto. Ya en una oportunidad, como vi que se habían calmado, retiré una denuncia que formulé en el juzgado de Policía local. Pero, como un chiste de mal gusto, ese mismo día en la noche continuaron los carretes”, concluyó.