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TOCOPILLANA REVELA ROBOS EN JUZGADO DE POLICÍA LOCAL Y ACUSA A ALCALDE Y SECRETARIO MUNICIPAL DE ACOSO SEXUAL


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LO QUE CIRCULÓ COMO UN RUMOR POR LA CIUDAD EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS, SE CONVIRTIÓ FINALMENTE EN UNA DENUNCIA DE MAGNA TORREJÓN EN LA FISCALÍA LOCAL EN CONTRA DEL ALCALDE LUIS MOYANO, EL SECRETARIO MUNICIPAL TOMÁS POZO Y EL JUEZ DE POLICIA LOCAL FÉLIX SOTO. ACOSO SEXUAL, ROBOS DE PLATAS DE PARTES DE TRÁNSITO, SON SÓLO ALGUNOS DE LOS ELEMENTOS QUE SURGEN EN ESTA HISTORIA PARA NO CREER Y QUE REFLEJA LA DECADENCIA DEL MUNICIPIO…

Por Fernando San Román B.

Hace tres semanas, un rumor recorrió el puerto de rincón a rincón. Según estos comentarios, el alcalde y el secretario municipal habían sido acusados por una mujer tocopillana de cometer acoso sexual, a lo que se sumaban graves irregularidades en el Juzgado de Policía local controlado por el abogado Félix Soto.
Como “El Polémico” no publica rumores, no se hizo eco de estos comentarios y, por el contrario, se dio la tarea de comprobar la veracidad de la denuncia formulada.
Es así que nuestro medio comprobó que los antecedentes de este caso ya se encuentran en poder de la fiscalía local.
Asimismo, accedimos a conversar con Magna Torrejón, ex funcionaria del Juzgado de Policía local que formuló estas graves imputaciones, quien otorgó una entrevista a nuestro quincenario en la que asegura que el edil, Luis Moyano, la acosó sexualmente, hecho que también habría intentado cometer el secretario municipal Tomás Pozo, más conocido como el “alcalde en las sombras”.
Del testimonio de Magna se desprende que en el Juzgado de Policía, dependiente del municipio local, se cometieron –y eventualmente se podrían estar cometiendo actualmente, según sus palabras- verdaderos “robos” de recursos de todos los tocopillanos, para lo cual el propio juez “falseaba los estados trimestrales que enviaba a la Corte de Apelaciones de Antofagasta”.
La denunciante asegura que en dicho tribunal se libró una lucha entre las funcionarias honestas que sólo querían hacer su trabajo y una inescrupulosa trabajadora que robaba descaradamente a vista y paciencia del juez.
El Polémico contactó a todos los aludidos en este artículo, pero ninguno de ellos accedió a hablar con nosotros.
El diálogo con Magna Torrejón se llevó a cabo el fin de semana pasado, en presencia del concejal Hugo Herrera, quien señaló respaldar a la tocopillana en sus dichos.
El siguiente es el diálogo… Los lectores pueden sacar sus propias conclusiones…

¿Cuándo ingresas a trabajar al Juzgado de Policía local?
El año 2005 entre enero y febrero ingresé a trabajar a la municipalidad, específicamente al Juzgado de Policía Local. Yo no pedí irme a trabajar ahí. Al señor Moyano yo lo conocí hace mucho tiempo. Yo antes era secretaria de Félix Soto, en su estudio particular y el señor Moyano iba mucho para allá, porque iba a pedirle plata prestada. En ese tiempo era concejal. Ahí conocí a este caballero, y ellos se hicieron muy yuntas. Cuando este señor se postuló para alcalde hizo una propaganda puerta a puerta y cuando llegó a la puerta de mi casa, como yo lo conocía de la oficina, lo recibí, lo hice pasar. Y dijo que iba a sacar adelante a las mujeres y prometió muchas cosas. Yo tenía mis cuatro hijos, tenía a mi guagüito muy chiquito. Y Moyano decía que era del pueblo. Y me dijo: ‘Si votas por mí, yo te voy a dar trabajo’. Sinceramente, yo no voté por él, porque yo más o menos sabía de donde había salido este caballero.

¿Volviste a encontrarte con él?

Resulta que el día antes de las elecciones, mi mamá me mandó a comprar a la calle Baquedano, cerca de 21 de mayo, unas papas fritas y completos en "El Escondite". Y vi a Moyano saliendo del "Rader Shop", muerto de curado, con un montón de personas. Y me dije: ‘Señor Moyano, mañana son las elecciones’. Hizo parar un auto y se subió. Al día siguiente son las elecciones y el tipo ganó… Le di las felicitaciones, a mí la política me importa bien poco y salude a su señora, muy amorosa ella. Y luego el señor viene y me dice: "Tenlo por seguro que tienes trabajo". Me dijo que un día me acercara con mi mamá y que fuéramos para allá. Y fuimos a verlo a la municipalidad. Llevé mis papeles, estando con mi madre al lado en su privado, y me dice: "Ya, te quedas trabajando acá". Mi intención era trabajar en finanzas, en tesorería, porque me gusta. Pero como estaba Don Félix trabajando de juez, lo llamó por citófono y le contó. Y don Félix –mi madre es testigo- le dice: "Mándamela para acá enseguida". Y me puse a trabajar en el Juzgado.

Eso es febrero o marzo de 2006...
Claro, marzo. Y me fui a trabajar allá. La infraestructura de un tribunal no corresponde a los tribunales de justicia, porque yo trabajé mucho tiempo en la Corporación Administrativa del Poder Judicial, donde se maneja todo tipo de información, de cómo deben ser los juzgados, cuánto se le paga a los jueces, el pago del actuario, todo el poder judicial. Lamentablemente aquí, en una parte chica esta la secretaría y en una parte larga está el estrado. Y la secretaría aquí está sola, con el público, con las licencias de conducir, con los partes y recibiendo platas. Entonces, no hay ningún vínculo, no se podía mirar, me llamó mucho la atención eso. Yo dejé que las cosas fueran fluyendo. Angélica Rosales era la encargada de transportes, Elba Sepúlveda era encargada de todas las causas, lo que era choques, volcamientos. En la secretaría estaba Jacqueline y yo que veía todos los partes de tránsito.

¿Y cómo funcionaba el asunto?

No había control, ni ingreso. Si tú recibes un parte, hay que ingresarlo en un libro, como se hace ahora que ya quedó la escoba. Antiguamente no se hacía. Entonces, resulta que carabineros llegaba por ejemplo con 15 partes. Y cuando llegaba al estrado, al juez, a su mesa sólo llegaban 8 partes o 7... y el resto se perdía camino al estrado.

¿Y a qué se debía eso?
Un día, en agosto del 2005, quedamos de acuerdo que íbamos a almorzar en el tribunal, porque había demasiado trabajo A mí me puede faltar una luca para hacer el almuerzo, pero no voy a meter las manos, menos para robar de los recursos de la gente, de las personas que con sacrificio pagan. Las personas con el dolor de su corazón pagan las cien lucas y ¿a qué bolsillo van? Cuando tú ves estas cosas, te pones a pensar “¿para quién estoy trabajando?”

¿Qué viste?
Ese día yo me puse a contar unas monedas para comprar para el almuerzo y me puse detrás de la funcionaria llamada Elba. Ella estaba con una cartera, como una mochila de cuero, de color café. Y yo la había observado desde hace tiempo, porque uno cuando trabaja en esto sabe cuando una persona es delincuente. Ella cuando bajaba la escalera del Juzgado para salir, iba con la cartera apretada, perseguida, la tapaba, la agarraba. Entonces, cuando miré su cartera, vi como unos rollitos de papeles en el interior. Y entre ellos noté, al ver las puntas, que se trataba de mis partes, ¡mis partes de tránsito! ¿Qué significaba eso? Por eso me decían que supuestamente había duendes, supuestamente penaban, que se desaparecían los papeles en el Juzgado. ¡Eso me decían cuando llegué! Una vez, llama el Juez de Punta Arenas por un exhorto y no encontraban el parte… y le echaban la culpa a los duendes…

Esa era la explicación…
Sí y acá siempre decían que se perdían las cosas… Y no puede ser que si yo dejo un papel ahí, cuando voy al baño desaparece. El papel debería estar ahí. Entonces, uno dice, acá no hay duendes, acá hay gato encerrado. Y cuando vi. esos papeles en la cartera de esa persona, casi me dio un infarto. Incluso pensé en presentar mi carta de renuncia. Yo dije, esto va a salir a la luz pública y se va a saber igual. No sabía qué hacer y decidí llamar por teléfono al alumno en práctica, al Alexis, una muy buena persona, muy buen amigo. Y me sintió la voz llorosa y luego me vio llorando a moco tendido. Y le conté. Y le dije que quería denunciarlo. Y él me dijo que no lo hiciera, porque no tenía pruebas y la funcionaria se había llevado la cartera, lo más probable es que para botar los partes. Y yo le dije: ‘Pero tiene que haber algún registro’. Y él me dijo que lo que tenía que hacer era comenzar una investigación. ‘Yo no puedo’, le dije. Y él me dijo que me iba ayudar. No sabía qué hacer… Don Félix Soto es una persona que cree que Tocopilla es de él… Luis Moyano cree lo mismo. En ellos no podía confiar. Nunca he estado metida en política, por lo tanto no supe a quien recurrir.

No tenías claridad respecto a eso…
No. Entonces, a lo único que atiné fue a cruzar a la gobernación y pedí hablar con el gobernador de la época, Don Jorge Peralta Villagra. Le pedí que me diera un consejo, como hombre viejo en la materia. Él me dijo: ‘Si tú trabajaras para mí y tú no me informas, te echo a ti por quedarte callada y a la que roba. Y me quedó claro. Pero para poner un denuncio, tengo que tener pruebas concretas. Entonces, con la ayuda de Jorge Peralta y algunos carabineros, cada vez que llegaba una cosa al tribunal, yo le hacía copias. Y reuní un montón de antecedentes y los metí en un sobre sellado, de color café. Y llegó el día y pedí hablar con Don Félix Soto. Y le pasé los papeles y le dije: “Están robando en el Juzgado”. “No, mentirosa”, me dijo. Le dije: ‘Ahí están las pruebas que acusan a la persona’. Y salí de ahí. Me vino una crisis de pánico terrible. De ahí comenzó el calvario para mí.

¿Esto en qué fecha ocurre?
Esto fue en agosto de 2005. Porque en julio más menos descubrimos esto. Al tener los antecedentes en la mano, lo primero que me pidió Félix Soto fue que no hablara con ustedes. No quería saber nada con “El Polémico”. Al día siguiente -él es blanco y estaba rojo- llegó pateando los muebles, tirando los cajones. Y resulta que a mí me carean con la señorita Elba. Yo lo encontré tragicómico. Y me decían: ‘Ya, habla’. Y yo le decía; ‘Elba, yo estuve de jefa 5 días, ¿me puedes decir qué pasó con la plata? Porque tú la recibiste, tú estabas en la puerta mientras yo tomaba declaraciones adentro’. Y me contestaba: ‘Es que no me acuerdo, no sé… Es que lo deposité’. Y le pregunté: ‘¿Dónde están las boletas?’ Y seguía: ‘Es que no sé… Magistrado, usted se acuerda cómo lo hacíamos con las causas’. Y yo le insistía que se trataba de otra cosa y me hacía callar. Elba se caracteriza por tener una personalidad muy fuerte que hace callar a cualquiera. Y se iba para adentro y me dejaba sola. Y yo le decía al juez que la trajera. Y les dije: ‘Yo no aguanto más esta situación’. Y el juez me dijo que me fuera y me salí. Y cerró las puertas de la sala de audiencias y nadie pudo sacar nada de ahí.

¿Se encerró?
Sí. Y empezó a registrar todo. Empezó a revisar todo, papel por papel. Y encontró muchas cosas que la culpaban. Pero para mí no era suficiente. Él tenía que creer en lo que yo le estaba diciendo. Y él llamó a Elba y se encerraron los dos. Y se venía el estado trimestral que se informa a la Corte de Apelaciones. Y nosotros –las tres restantes funcionarias- quedamos plop, porque la Elba siguió trabajando. Y nosotras íbamos con la cartera al baño, porque pensábamos que en cualquier momento ella podía meternos algo. El juez no tomó las medidas en el momento. Nosotras nos cubríamos las espaldas entre las tres. Hasta que no aguantamos más y fuimos a hablar con el gremio.

¿Las recibieron?
Sí. Hablamos con don Abel para pedirle que viera la forma de que sacaran a esta niña del Juzgado, porque podía inculparnos en algo a nosotras. Don Abel fue al Juzgado y estando nosotras presentes le dice al juez que la niña es mejor que salga de ahí y le explica. Y el juez, muy caradura le dice: ‘No te preocupes Abel, no hay problema, yo voy a tomar cartas en el asunto y veré a dónde mando a la señorita’. Y don Abel me dice: ‘Ve que las cosas se solucionan conversando’. Y yo no lo entendía y no sabía qué pensar, porque eran como bipolaridades que se daban al interior de un juzgado. Cosas muy raras. Y cuando cierra la puerta, Don Félix empieza a insultarnos y nos dice: ‘Quién cresta se creen ustedes, trío de weonas conchesumares… acá el que manda soy yo… yo soy el juez y decido quien se queda y quien se va… y por último, la última en irse de esta wea va a ser la Elba’. Y pegaba en la mesa. De ahí que empezó a insultarnos. Que conchesumadre para allá, para acá. Y conmigo se ensañó.

Vaya juez que tenemos…
Y eso no es nada. En medio de todo este embrollo yo recibo una llamada telefónica de la secretaria del Automóvil Club Chuquicamata en ese tiempo. La llamada la atendí yo, porque el teléfono sonaba y sonaba. Yo ya estaba con depresión. No tenía ganas de trabajar, pero tenía que agachar el moño y aguantar las chuchadas, porque por necesidad la plata te ata. Y la secretaria del club de automóvil pide hablar con la señorita Elba, a quien identifica como la secretaria del Juez. Y en ese tiempo Elba estaba algo así como “trasladada” a Dideco. Y me dijo que quería hacer una consulta. Y me preguntó: “En qué cuenta deposito el dinero de los infractores”. “Perdón”, le dije yo. Debo explicar que el automóvil club de Chile cuando da estos cursos, ellos corren con todos los gastos, incluidos los partes. Después los acumulan y los pagan todos. Y ese dinero, tú tienes que tomar un Vale Vista a nombre de la Tesorería Municipal de Tocopilla y luego se manda. Y queda el papelito con la causa y el rol. Eso es lo que debería ser. Pero nunca depositar a una cuenta y menos preguntarme a cual cuenta. Y la secretaria me dice que siempre se ha hecho así con la señorita Elba y con el magistrado.

¿Y no pensaron denunciar tanta irregularidad?
En esa época teníamos prohibido hablar contigo. En una oportunidad tú pasaste, porque un carabinero te quería sacar un parte. Y cuando fuiste a consultar tú, nos asustamos, porque estábamos amenazadas y no queríamos que te vieran ahí. Cuando yo tuve que declarar en el sumario a cargo de Alex Paredes, el juez me advirtió que tuviera mucho cuidado y que fuera fiel a él. Y yo fui fiel a él. Pero más que fiel fui huevona. Porque yo dije que estaban robando en el juzgado y dije que el magistrado era inocente. O sea, lo exculpé.

¿Qué pasó después?

Pasaron varias cosas… Al momento de las infracciones de la Ley Electoral, fue Felipe Ward a ver unas multas en la tarde. En la tarde no tenemos atención de público y trabajábamos con pantalones. Y llegó Felipe Ward, cuando era candidato a diputado a fines de 2005. Y le dije que le iba a tomar una declaración. Y Felipe me pregunta por qué teníamos todo en el suelo. Y le respondí que se debía a que no teníamos muebles. Y me preguntó por qué el alcalde no nos pasaba muebles. Y le conté que él decía que no había plata, ya que en varias oportunidades le habíamos mandado cartas pidiendo que nos mandara muebles. Y resulta que en la misma carta, él lo leía y escribía: ‘No hay plata’. O sea, cero educación. Y se lo expliqué a Ward. Y él nos recomendó que hablara con “El Polémico”. Y yo le dije que no. Y me dio miedo que les contara a ustedes. Y temí que el magistrado nos insultara.

¿Y qué decides hacer?

Por mejor, voy a hablar con el alcalde por el asunto de los muebles. Y él cierra la puerta con pestillo. Y me llamó la atención. Él nunca hacía eso. Siempre la Bárbara o la señora Alicia entraban en las conversiones que él tenía. Y me pescó por atrás, de los hombros. Y me incomodó y le dije que la cortara, que yo venía por el asunto de los muebles. Y empezó a decir que él podía ver ese tema. Y empezó a acercarse y a forcejearme el pantalón. Porque en las mañanas trabajábamos con falda y en la tarde con pantalón. Y yo empecé a forcejear. Y el caballero estaba muy cerca de mí. Y Don Luis Moyano acabó (eyaculó) en mi muslo derecho, arriba. Es decir, se bajó el cierre, sacó su pene y empezó a frotarlo en mi pantalón y acabó. Y ese roce fue lo que le provocó la erección y terminó acabando.

¿El alcalde de Tocopilla hizo eso?
Yo quiero que tú sepas que en mi calidad de mujer, esto es muy bochornoso contártelo a ti y muy complicado como madre, porque tengo una hija de 13 años y tengo varones. Y como persona, esto me provocó un enorme daño, porque vulneró mis derechos, mi dignidad. Y si la máxima autoridad de la comuna me hace una cosa así, qué cresta puedo esperar yo del resto de la gente.

¿Cómo reaccionaste?
Yo pude haber pescado ese pantalón y habérmelo sacado para llevar la evidencia. Pero, ¿cómo yo iba a saber y a confiar en otras personas si en ese momento estaba pasando por eso? Si la máxima autoridad me arremete así… ¿En quién podía confiar? Y este señor dice ser el mejor alcalde, que recibió un premio como mejor alcalde… Y estuvo con Bachelet… ¿Cómo yo iba a confiar en alguien?

¿Cómo termina este desagradable encuentro que describes?
Él me dice algo como que aquí no ha pasado nada y que me fuera no más. Y él nunca tuvo miedo, porque yo en ningún momento mostré fortaleza. Él nunca tuvo miedo de mí, por eso el caballero hace esto que está haciendo ahora. Esa vez salí denigrada. Me limpié el pantalón y lo pasé por la camisa de él. Y me fui al juzgado. Y mis compañeras me preguntaron cómo me fue y les dije que mal, que no pasaba nada. Quiero dejar algo bien en claro: que las cosas funcionaban bien en el juzgado cuando estaba don Juan Luis Montenegro. Era una persona muy correcta. Al extremo de que no firma nada sin leerlo. A él le gusta trabajar bien. Yo aprendí mucho de él. Y él aprendió mucho de nosotros.

Me decías antes de empezar la entrevista que tenías que contarme algo acerca del secretario municipal…
Tengo 30 luquitas que decirle a Pozo. El señor Tomás Pozo, en su calidad de alcalde subrogante, después de lo ocurrido con Moyano, me llama a mi celular y me dice que tiene algo muy importante que decirme. Las niñas pensaron que podía ser algo relacionado con los muebles. Y yo fui. Porque era el alcalde subrogante el que me llamaba. Y la única vez que había recibido una llamada de Pozo fue al Juzgado cuando le sacaron un parte a su hijo. Y me llamó y tomé el llamado esa vez y me dijo: “Le sacaron un parte a mi hijo, que lo dejen nulo”.

¿Ordenando?
Claro. Dando órdenes. Y yo le dije que no, que el único autorizado para hacer eso era el juez. Y después habló con Don Félix y este se lo dejó nulo. Bueno, finalmente voy a su oficina. Y me dice, tomándome de los hombros: “Yo sé que tienes problemas, que tienes hijos”. Y yo me preguntaba cómo sabía tanto. Y tira 30 lucas a la mesa. Y eso es muy tentador para una mujer sola y con hijos. Con eso puedo pagar el agua, la luz, comprar para comer.

¿Qué hiciste?
El señor Pozo, que dé gracias a Dios que el café que estaba servido en la mesa estaba tibio o helado, porque al recordar lo que me había pasado con Moyano, pesqué la taza y se la tiré en la camisa. Y bajé la escalera y entré al tribunal. Yo quiero ser bien sincera. Ni aunque el señor Moyano viniera acá y me dijera que me va a pasar 1 millón de pesos porque retire la denuncia no lo haría. No. Jamás. Yo soy tocopillana, no ellos. Yo en un momento pensé en irme, porque me sentí ahogada y perseguida. Terminé barriendo en el Complejo Cultural. En un momento de desesperación pensé en irme. Pero una lucecita me dijo que yo no soy la extranjera.

¿Cuándo te despiden del trabajo?
Este señor me despidió el día 30 de junio, estando yo con Licencia Médica por una crisis de pánico que él provocó en mí. Él y todos sus secuaces: Félix Soto, Tomás Pozo y toda la manganada de huevones que están allí. Ellos actúan igual que las hormiguitas, para callado, ocultos, para que El Polémico no sepa, ni los concejales, ni la gente. Hicieron todo muy callado. Una vez llegó un señor que se decía contralor. Pero a esta altura no sé si era o no contralor. Me dejó una hojita escrita con unas peticiones de información. Y vino el juez de Policía Local y tomó el papel y lo hizo pedazos. Y lo botó a la basura y me dijo: “No te meta’i en huevadas”. En un momento, yo revisé los partes y a todos los que estaban sin boleta yo les mandé Orden de Arresto. Y resulta que llegó un montón de gente que ya había pagado los partes, pero nunca se vio la plata.

O sea, que ya estaban cobrados
Claro. Quedó la escoba. Los carabineros llegaban con gente. Y ya habían pagado. Yo ahora me atrevo a pasar por la municipalidad. Antes no me atrevía, me daba miedo. Y después era comentario generalizado que en el Juzgado habían robado, pero caíamos todas en el mismo saco. Y eso sucedió cuando se supo que se fue del Juzgado la mano derecha del juez. ¿Dónde está la plata? No tengo idea.

Lo que tenemos, según tu relato, es que durante mucho tiempo se estuvo robando plata a vista y paciencia del juez…
Sí, a vista y paciencia. Yo no puedo decir que el juez metió mano… Yo no te puedo decir que yo fui a comprar el pan, pero puedo decir que te mandé a comprar el pan. Tal vez llegaste con el pan medio helado o con menos, pero llegaste con el pan. Tú vas aprendiendo ciertos términos cuando trabajas en la parte judicial.

Estos antecedentes ya están en fiscalía.
Sí. Me dirigí al señor fiscal a denunciar esto y hablé con los detectives, luego analizo y veo que todo va muy lento, muy lento. Me mandaban de un lado para otro. Y nadie se ha dejado caer. Y las evidencias ya no están, las quemaron, las borraron. Solamente digo una cosa: el estado trimestral es una farsa. Y ojalá que esto lo vean en Antofagasta, en la Corte de Apelaciones. Y que sepan que el estado trimestral del señor Félix Soto es una farsa. Porque los que pagaron con penas sustituvas, en realidad no pagaron con penas sustitutivas: ellos pagaron, lo que pasa es que la plata no está. Y Don Félix obligó a poner que habían pagado con cárcel, para que no supieran en la corte que la causa estaba coimeada. Y yo le decía que no correspondía y él decía: “No, que no sepa la Ministra”.

O sea, le estaban entregando información falsa a la Corte de Apelaciones…
Sí…

Y eso se sigue haciendo…
No sé…

Pero era práctica habitual…

Hasta el tiempo que yo estuve ahí se hizo… Estuve trabajando hasta aproximadamente mediados de 2006 más menos.

Y en ese momento era práctica habitual del Juez el falsear información…
Sí, sí…

Uno puede pensar que todavía se hace…
Sí… Aparte que el juez tiene una forma de ser muy imponente. Le gusta gritar, se siente poderoso, las niñas le tienen miedo. Sabemos y entendemos que es juez de Policía Local gracias a Moyano que lo eligió de la terna, a pesar de que no estaba primero. Él iba segundo.

¿Hay algún registro de los partes?
Carabineros tiene todo guardado. Es vital la información que ellos manejan. Y los carabineros que manejan esa información son muy meticulosos. Contraloría incluso recurrió a ellos.

¿Qué sientes en este momento?

Te puedo decir que en este momento lo único que quiero es que Moyano se vaya, por el bien de la comunidad. Es un hombre que hace daño. Yo no quiero a este hombre para mi pueblo. Yo no me voy a ir. Y no hay aire para los dos. Él me pisoteó, me humilló, lloré mucho. Pero ya me puse de pie. Que se acuerde el señor Moyano que yo estaba al lado de él, o cerca de él, cuando le prometió a Dios que iba a sacar a Tocopilla adelante. Y resulta que tiene al mismísimo Diablo de secretario municipal. Y yo estaba ahí, en la misma iglesia. Tiene que caer el diablo. Y el señor Moyano, si le queda algo de dignidad, tiene que salir por la puerta ancha, si es que no lo sacamos antes con una patada en el poto por la ventana, lo que sería bien feo y lamentable. Y por consiguiente, tiene que irse Félix Soto. Que sea digno y diga: “Ya, me voy”. Y que se vaya con los milloncitos que tiene. Hay otras personas para ejercer los cargos.

Cuando haces la denuncia, verbalmente el fiscal te dice que se van a separar dos causas, pero no te entrega ningún papel…
No, nada. Me dijo que iba a volver a citarme. Él estaba nervioso cuando le conté estas cosas. Se paraba, se tomaba la cabeza.

¿Y uno puede pensar que se filtró información y que aquí hay redes de protección?
Yo creo que sí, porque le avisaron en un día. Y Moyano se cree con el derecho de insultar a mi madre, llamándola a su lugar de trabajo y dejándola con una crisis de su presión. Él se cree dueño de la ciudad. El artículo 109 del código de procedimiento penal, explicita que se debe oír a la denunciante, tengo derechos. Pero nada me respetaron a mí. Y se asustaron. Y yo pienso que se le avisó a este señor. Que sepan que esta denuncia va a Televisión Nacional. Este caballero no podrá arrancar. Y tengo el teléfono de un diputado. Así que no puede ponerle un dedo encima ni a mis hijos, ni a mi madre, ni a mí.

(Publicado en edición Nº 81 - Especial Día de Tocopilla - 29 septiembre 2007)


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