María Rivera Torres empezó a trabajar en agosto de 1988 en las panaderías que administraba el empresario René Véliz González en nuestro puerto. En abril de este año decidió renunciar a su trabajo.
Tras dejar su puesto en la panadería volvió a asumir la defensa de sus derechos, luego que por años reclamara a su empleador el pago de sus obligaciones.
“Estuve exigiendo durante años que me pagaran mis cotizaciones, porque René Véliz sólo las declaraba y no las cancelaba”, denuncia Rivera.
“Cuando se hizo cargo Carlos Araya, me pagó los últimos dos años de cotizaciones sin ningún problema, pero el resto de años hacia atrás no me los pagaron”, agrega.
Cansada de la injusta situación que la afectaba, la tocopillana decidió recurrir a la Inspección del Trabajo el pasado 22 de abril.
“Hablé con una funcionaria del lugar para que me orientara. Yo tenía los documentos de Provida en donde es posible comprobar que las cotizaciones están la mayoría declaradas y unas derechamente no pagadas. Y la funcionaria me dijo que mi antiguo empleador iba a ser sancionado con multas y que debía ponerse al día”, cuenta Rivera.
“Pero luego tomó mi caso el Inspector del Trabajo y me dio una versión totalmente distinta de la situación. En esa oportunidad el Inspector le dijo al hijo de mi ex jefe, Oscar Véliz, que yo sólo podía declarar las cotizaciones no pagadas de 5 años atrás y que el resto estaban perdidas”, relata.
Rivera comenta que en una oportunidad debió esperar por cerca de dos horas antes de ser atendida por el inspector del trabajo.
“A mí la funcionaria me había dicho que mi ex jefe me tenía que pagar todo y resulta que acá el inspector permitía que me pagaran un mes, de repente otro y ahí quedó todo. Me deben muchos años”, afirma.
Y agrega que “al final, el inspector me dijo: ‘Usted no tiene nada que reclamar, porque usted renunció’.”
María Rivera se siente muy dolida. Se pregunta de qué sirvió trabajar tantos años para que su jefe no le cancelara las cotizaciones que en un futuro próximo le permitirían obtener una pensión mínim amente digna. Como si el negociado de las AFP fuera poco, ahora se sumaba la irresponsabilidad y el abuso de su empleador.
“El inspector me decía que me iba a llamar. Y me cansé de ir. Es más de lo mismo. Esto es súper injusto y uno no tiene donde reclamar”, expresa Rivera.
“Yo siempre reclamé y exigí que se me solucionara el tema de mis cotizaciones impagas. Y no pasaba nada. Y en la panadería les va bien. Tienen rentabilidad. Y está bien administrada”, agrega.
Finalmente, Rivera reflexiona acerca de la injusta situación que le ha tocado vivir:“A mí me descontaban esa plata para que fuera a mi fondo de AFP. Y ahora mi fondo es súper bajo, por lo que no obtendré una pensión digna y no me alcanzará cuando jubile. Lo que hicieron conmigo es un verdadero robo. Y un robo favorecido por las leyes”, concluye.
(Publicado en edición del 13 de octubre de 2006)
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