Presento mi total rechazo al punto de vista del Sindicato 1 de Trabajadores de Electroandina (dícese representar a 106 operarios). Más que rechazo a esa postura, debo admitir que siento vergüenza ajena por el accionar de estos señores. No sé cual es el objetivo que les lleva a emitir una conclusión de tamaña desfachatez e insensatez, más aun que en su comunicado detallan “las del infierno que le espera a Tocopilla” por esto o por lo otro.
Yo les pregunto si ellos creen hablar en razón de representar a un 2% de la población a sabiendas que ya ahora en este mismo momento y hace largo rato, existe un 98% de la población que tiene una calidad de vida indigna para un ser humano, con niveles de contaminación altísimos, estudios más, estudios menos, con tocopillanos que están cayendo víctimas de una guerra cruel, sin sentido y sin poder enfrentar en forma pasajera.
Tocopillanos están enfrentando lo que les queda de vida cargados de tóxicos en us cuerpos, peor aún, mucho de ellos nada tienen que ver con las empresas que vierten basura al aire, ni mucho menos tendrán tiempo, estando enfermos, para pensar en turismo, negocios o lo que sea no les mejore su calidad de vida o patologías asociadas al ambiente enrarecido en que viven.
Señores del Sindicato, ustedes tampoco parecen ser hijos de Tocopilla con ese accionar. Más bien parecen ser cobardes arrastrados por las presiones desesperadas a las que los someten los gigantes dueños de esas empresas. No tengo pruebas para decir esto último, pero sí tengo mis serias dudas ante un accionar así.
Si es por defender sus posiciones laborales, les entiendo, ¿pero a qué costo? ¿Cuál es su razón de vivir en el puerto? ¿Acaso pensarán igual cuando sean ustedes los incluidos en las listas estadísticas relacionadas con los caídos por el envenenado ambiente? ¿Qué ambiente piensan o desean dejarle a las nuevas generaciones, entre las que de seguro estarán las de ustedes?
Es muy fácil hacer las de avestruz y esconder la cabeza bajo la tierra para no enfrentar de una vez y por todas, la triste y peligrosa realidad tocopillana. Definitivamente ese no es el camino. Menos aún cuando las medidas correctivas se verán venir apenas sean mandatadas por ley, como siempre debió haber sido, aunque al respecto aún tengo mis dudas de que esas leyes vean la luz, ni mucho menos que lleguen a ser aplicadas como corresponden, por parte de un gobierno tan errático y que se ha caracterizado por bregar con gente afín a la corrupción.
Así como hoy aparece este grupo de irresponsables, a mi modo de ver, dando su parecer, me gustaría que ese otro 98% de tocopillanos eleven sus voces en pos de salvar a Tocopilla de convertirse en un cementerio de humanos caminantes y, peor aún, estigmatizados por ser venenos ambulantes. La tragedia está ahí y no en “lo que podría venir” obligando a las millonarias empresas a desembolsar dinero ajustando sus niveles de producción sin asesinar a su propia gente.
Esto no significa ser pájaro de mal agüero, si no realista.
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