Por Fernando san Román B.
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No debería causarnos sorpresa el alcance que hace la contraloría General de la República al visar el Decreto que declara a nuestro puerto como una Zona Saturada de Contaminación. La observación del organismo fiscalizador apunta a que ya el año 2000 las autoridades contaban con herramientas y mecanismos para haber iniciado lo más pronto posible el proceso de Zona Saturada. Pero no lo hicieron…
¿Cómo es posible que los representantes de un gobierno elegido democráticamente por el pueblo no resguarden ni los más mínimos derechos de la población?
Si la demora en la firma del decreto nos mantuvo alertas y nos llevó a realizar las más diversas presiones ciudadanas, esta revelación debiera provocar más que rabia en los tocopillanos. Porque ya es el colmo de colmos que estando tan gravemente contaminados y pasando por una etapa en que las empresas y las autoridades corruptas han intentado impedir la aplicación de un plan de descontaminación, ahora más encima nos enteremos que el gobierno debió haber actuado mucho antes, lo que podría haber evitado quizás cuantas enfermedades o muertes a causa de los tóxicos que envenenan el aire.
Es aquí cuando uno se pregunta acerca de los intereses que mueven a las autoridades de turno. Porque el sueldo se los paga el gobierno, pero ellos trabajan para intereses empresariales. Y esto no es una interpretación majadera nuestra, es un hecho. Porque resulta, por decir lo menos, curioso que el ex gobernador Jorge Peralta terminara trabajando para Electroandina y en este último tiempo convertido en un operador político o lobbysta de la termoeléctrica contaminante. En el fondo siempre trabajó para ellos. Basta recordar sus actuaciones en la Comisión Regional del Medio Ambiente, instancia en la que siempre le dio el favor a las empresas contaminantes mientras ejerció como primera autoridad provincial entre 2000 y principio de 2006, justo el período decisivo en el que no se actuó.
Este señor, que hoy día tiene el descaro de expresar sus deseos de postular a alcalde, tenía un “jefe” que también se encargó de dilatar los procesos tendientes a asegurar que los tocopillanos respiráramos un aire limpio. Hablamos ni más ni menos que del ex Intendente Jorge Molina, quien hoy –al estilo Lagos- se las da de ambientalista y se dedica a escribir columnas sobre el Calentamiento Global en El Mercurio de Antofagasta, sin embargo, cuando fue autoridad no hizo nada por el medio ambiente y se dedicó a complacer los intereses empresariales.
Quien sigue en su puesto es Doña Patricia de la Torre, actual Directora regional de la CONAMA y quien ocupa dicho cargo desde 2002. Tampoco hizo nada la señora y hasta el día de hoy muestra una insensibilidad increíble en materia ambiental. Ella es una tecnócrata apernada a su sillón que agarró esa peguita gracias a la buena voluntad del ex intendente recién mencionado y se mantuvo allí mismo por obra de Doña Marcela Hernando, actual Intendenta que tampoco se salva, pues durante los últimos años del anterior gobierno fue directora del servicio de salud y parece que le importó un rábano la salud de los tocopillanos.
El clamor ciudadano está pidiendo a gritos iniciar una demanda colectiva para establecer eventuales responsabilidades penales de quienes se han convertido en cómplices de la contaminación que es responsable de decenas de muertes y enfermedades de todo tipo.
Aquí lo manifestamos claramente: el no actuar cuando se sabe que estamos en riesgo de vida, es una actitud criminal. Y los criminales tienen que pagar.
Ya nos aburrimos.
El Decreto está listo y en estos días de seguro estará publicado en el Diario Oficial. Lo que viene es lo que importa, pues será tarea de todos nosotros velar para que el Plan de Descontaminación nos permita aspirar a recuperar nuestro aire. Y de paso, las termoeléctricas que se tomaron el borde costero podrían ir pensando en ubicarse en las afueras del puerto. También podrían llevarse a Juan Pablo Romero con su planta Diana, para que así deje de tirar ácido al mar. Y si les alcanza la inspiración nos eliminan las viejas instalaciones de la Compañía Minera, permitiéndonos recuperar el borde costero central.
He dicho.